lunes, 29 de junio de 2009

Hasta luego tía.

La muerte sólo tiene sentido en la Resurrección de Cristo. Es la frase a la que me aferro con fuerzas para combatir el dolor.

Hacía sólo cinco meses te habían ingresado a un centro de salud; tras varios diágnosticos errados detectaron un cáncer en fase terminal. Vaya sorpresa la que nos llevamos, pues siempre habías sido una mujer sana, de esas que hasta por una gripe van al médico porque las cosas con tiempo se hacen mejor.

Durante estos meses viví la pesadilla de verte desvanecer y siempre mantuve la esperanza de que te levantarías y arreglarías tan bien como siempre, para una vez más merecer los piropos que siempre escuchabas dentro y fuera de la familia: "Pero Violeta está más joven que sus hijas", "Y para dónde es?", y yo, que siempre he pecado de graciosa: "tía pero usted cree que está viva", con lo que las dos nos echábamos a reir, y es que ciertamente, a tus 42 años lucías mucho mejor que cualquier jovencita.
Esa enfermedad fue devastadora. Te consumió totalmente, pero, aunque el cáncer hizo estragos con tu cuerpo no pudo con tu espíritu, ni con tu fortaleza inquebrantable. En medio de los intensos e insoportables dolores, nunca te quejaste, nunca maldijiste, nunca te pareció injusto lo que te estaba sucediendo. Ese es mi consuelo. Que siempre te mantuviste fiel a tu Creador. En los momentos en que todos estábamos angustiados, a veces entre llanto, tú con el rostro lleno de paz, sabías levantarnos y tranquilizarnos.

A pesar de que todos estábamos conscientes de que tu muerte era algo inminente, nunca creímos que fuera tan rápido. ¡Que terrible fue verte dentro de ese ataúd! ¡Cuántas veces pensé, soñé, pedí que fuera un sueño! Pero no. Tu partida era real. Te habías ido. Sólo Dios conoce la magnitud del dolor con el que nos dejaste. No han valido lágrimas, no han valido reclamos, no ha válido la compañía de los amigos y cercanos, nada ha podido darnos la conformidad necesaria para aceptar que donde estás, estás mejor.
En mi caso particular, imagínate cómo me siento. Tengo que ser fuerte para apoyar a mami y a mamá, lo que incluye tragarme el dolor, detener las lágrimas y recitar las palabras de consuelo que he memorizado para cuando las encuentro llorando, palabras que me embotellé para decirlas, pero que no logró aplicar. ¡¡¡Ay tía!!! ¡Cómo se te ocurre!

Aunque te confieso que, en medio de la pena, hay algo que sí me alegra y es que antes de irte ganaste la Vida que no termina. Que reconociste a Cristo y te aferraste a El hasta tu último suspiro. Confío plenamente en que estás a su lado, disfrutando de la Gloria Eterna, y hasta te envidio.

Nosotros, mientras, seguiremos aquí, consolándonos unos a otros, intentando recordarte sin dolor, y tratando de ser mejores personas cada día para ganar el derecho de volver a verte. Eso es lo que me asegura que esto nunca será un adiós, sino un hasta luego. Sé que descansas en paz. Te quiero.

1 comentario:

  1. El Jueves 2 de Julio ´09, como a esta misma hora, leí por 1era vez este escrito como van 3 veces; es que lo hice tan mio (Lloré) que la ocasión amerita a que haga lo que estoy haciendo, decirte a través de estas letras que eres una "GUAY ESCRITORA", y no como te he dado a conocer con anterioridad, por molestarte. Lo único que puedo hacer es motivarte a seguir hacia delante y a pedir que Dios continúe iluminandote para que tus escritos sean más frecuentes, por lo interesting. Me gustan 1 lote. Pa´lante con 3 en 1. Para atrás ni para tomar impulso. GBY!ILY!

    ResponderEliminar