Siento mi corazón henchido de amor por ti, no porque sea un sentimiento propio, sino más bien una correspondencia, porque Tú, mi Rey, me amaste primero.
Y cómo no sentirme así, si excedes todos los límites? Cómo no derretirme ante tu inmensa bondad? Cómo no sonreir sintiéndome tan amada? Cómo negarme a correr hacia tus brazos abiertos? Tu amor me sobrepasa, me embriaga, me deslumbra, me seduce... y no me queda más que rendirme, dejarme amar.
Y todo tiene tu olor, tu belleza, tu color, todo se parece a ti. Y viéndote en todo, en todos, soy feliz. Lluvia o sol. Frío o calor. Abundancia o escasez. Problemas o soluciones. Fatiga o energía. Nada importa, soy feliz.
Y suspiro. Y te pienso. Y te recuerdo al hablar. Tus palabras, mis respuestas. Una sonrisa más.
Es entonces cuando llegas
entras por cualquier lugar
en cualquier rostro o persona
sin permiso sin tocar...
Y me dices que me amas
tan así, tan natural
y mis lágrimas estallan
¿cómo puedes? No es verdad.
Y me tomas de la mano
y comienzo a temblar
y sonríes: "Yo te amo,
te lo voy a demostrar"
Y me abrazas, y me besas
y siento tu latir
y me dices "Mi princesa,
¿ves la cruz? Fue por ti".
Y yo caigo rostro en tierra
a tus pies echada voy
y pregunto"Mi Maestro,
¿tanto merecía yo?"
Y me abrazas, y me besas
y me embriaga tu esplendor
y pregunto "Rey mío,
¿dónde cabe tanto amor?
Oh mi Cristo, mi Señor
no me canso de escuchar
que me amas que soy tuya
que a mi lado siempre vas...
Y quiero quedarme así
y no te pienso soltar
Señor vuélveme a decir
"Mi princesa" una vez más...