El día Internacional de la Mujer, celebrado el pasado ocho de marzo, ha sido tomado siempre como un espacio para reconocer, enarbolar y resplandecer la labor que las mujeres venimos realizando día tras día y que nos han permitido entrar en diversos ámbitos dominados anteriormente por el género masculino.
Es un día donde se resalta el trabajo de las féminas por lograr la ansiada “liberación femenina”, que algunas tildan como un proceso revolucionario profundo, sostenido e inacabado y que muchas otras confunden o relacionan con hacer lo mismo que hacen los hombres, imitando incluso aquellas actitudes que muchas desdeñamos de ellos.
Después de mucho analizar, confrontar ideas y debatir el tema he llegado a la conclusión de que la Liberación Femenina es la mentira más grande que se haya dicho o hecho sobre la faz de la Tierra.
¿Es ser libre acaso tener doble trabajo, por el mismo salario y sin derecho a quejarse? ¿Es ser libre tener que ser madre, esposa, amiga, profesional, ama de casa y estudiante al mismo tiempo y teniendo que procurar estar bella, delgada y sobre todo con la cabeza bien amueblada?
¿Es ser libre trabajar ocho horas diarias, como mínimo, para al llegar a casa convertirse en conductora, plomero, carpintera, médico, maestra, lavandera, consejera y chef? ¿Es ser libre perder la sutileza divina y natural que se nos concedió en la creación comportándonos como machos para que no nos llamen el sexo débil?
Hay muchas que han optado por ser libres así. Se agotan, se desgastan, se maltratan simplemente por competir con los hombres. Hay en cambio otras que sin ser tan radicales, han enfocado esta fuerza femenina a causas de bien social y político, como nuestras inolvidables Mariposas.
En ese primer grupo están casi siempre las que por no doblegar un orgullo estúpido, por no entender el sentido de que “hombre y mujer los creó” terminan la vida solas, sin pareja estable, aburridas y arrepentidas. Al último grupo lo admiro, lo aprecio, lo respeto, pero si el precio es perderme a mi misma, perder mi esencia de mujer, tampoco quiero ser como ellas.
Yo no quiero esta pseudo libertad, renuncio a esta esclavitud voluntaria.. Yo decido permanecer sutil.
Quiero que me abran la puerta del carro;
y no saber agarrar un martillo.
Quiero que me ayuden a colgar los cuadros
y que alguien más cambie los bombillos
Quiero que me inviten a cenar sin compartir la cuenta;
y poder educar a mis hijos a tiempo completo.
Quiero aprender a hacer dulces como mi abuela;
y ser mujer, completa, pero sin remordimientos.
Es un día donde se resalta el trabajo de las féminas por lograr la ansiada “liberación femenina”, que algunas tildan como un proceso revolucionario profundo, sostenido e inacabado y que muchas otras confunden o relacionan con hacer lo mismo que hacen los hombres, imitando incluso aquellas actitudes que muchas desdeñamos de ellos.
Después de mucho analizar, confrontar ideas y debatir el tema he llegado a la conclusión de que la Liberación Femenina es la mentira más grande que se haya dicho o hecho sobre la faz de la Tierra.
¿Es ser libre acaso tener doble trabajo, por el mismo salario y sin derecho a quejarse? ¿Es ser libre tener que ser madre, esposa, amiga, profesional, ama de casa y estudiante al mismo tiempo y teniendo que procurar estar bella, delgada y sobre todo con la cabeza bien amueblada?
¿Es ser libre trabajar ocho horas diarias, como mínimo, para al llegar a casa convertirse en conductora, plomero, carpintera, médico, maestra, lavandera, consejera y chef? ¿Es ser libre perder la sutileza divina y natural que se nos concedió en la creación comportándonos como machos para que no nos llamen el sexo débil?
Hay muchas que han optado por ser libres así. Se agotan, se desgastan, se maltratan simplemente por competir con los hombres. Hay en cambio otras que sin ser tan radicales, han enfocado esta fuerza femenina a causas de bien social y político, como nuestras inolvidables Mariposas.
En ese primer grupo están casi siempre las que por no doblegar un orgullo estúpido, por no entender el sentido de que “hombre y mujer los creó” terminan la vida solas, sin pareja estable, aburridas y arrepentidas. Al último grupo lo admiro, lo aprecio, lo respeto, pero si el precio es perderme a mi misma, perder mi esencia de mujer, tampoco quiero ser como ellas.
Yo no quiero esta pseudo libertad, renuncio a esta esclavitud voluntaria.. Yo decido permanecer sutil.
Quiero que me abran la puerta del carro;
y no saber agarrar un martillo.
Quiero que me ayuden a colgar los cuadros
y que alguien más cambie los bombillos
Quiero que me inviten a cenar sin compartir la cuenta;
y poder educar a mis hijos a tiempo completo.
Quiero aprender a hacer dulces como mi abuela;
y ser mujer, completa, pero sin remordimientos.
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